miércoles, 1 de octubre de 2008



Cala Comtessa


Ya sé que Mallorca está demasiado edificada, mucho ladrillo, a veces prácticamente encima de las olas, da la sensación de que lo próximo sea construir rascacielos sobre plataformas en medio del mar... bueno, en Kuwait ya lo están haciendo. Aquí... aquí directamente pasamos de la plataforma, como podéis ver. O eso, o es que tenemos un extraño concepto de terraza con piscina.


En fin, sea como sea, y aunque en Palma conduzcan lo que se dice como el culo, que por dios, luego dicen de Madrid!) esta sigue siendo mi casa, y los mallorquines... esos queridos extraños con sus irritantes y adorables costumbres. Claro que, para ser honesta, vaya donde vaya todos me parecen extraños, empezando por la ciudad donde dicen que nací (no sé, no estoy segura, yo no lo recuerdo bien). Está claro que la extraña soy yo, pero es que en Mallorca no me siento de esta manera. Parecemos todos tan distintos y tan raros, que acabamos por unificarnos en una raza extraterrestre de personas que acaban todas las frases con "Pero..."


Este mes he descubierto un tipo de pez que no conocía, son como chanquetes, muy pequeños, plateados, el hueco entre las dos aletitas de sus colas tiene forma de ojo egipcio, y cada uno de sus apéndices está coronado por una graciosa bolita negra. He puesto un mensaje en www.pescandoenmallorca.com para ver si me entero del nombre porque la curiosidad me está matando.

 


Tienen los ojos grandes y están acostumbrados a la gente. Cuando te quedas quieta un rato, disfrutando del placer de hundir los pies en la arena un poco más con cada ola, remolonean junto a ti a un centímetro de tu piel. Se paran y observan, o eso parece, con mucho interés la pulsera que llevo en el tobillo.   

Generalmente voy a Cala Comtessa (casi no me atrevo a escribir los nombres de las calas: Alejo y Elena me pondrán a caer de un burro por llenarles la Isla de"forasters!"). 


A David no le gusta, dice Mónica, porque en agosto está saturada. 
"Tienes el pie del otro encima de tu cara"... pero yo siempre ando por la isla en septiembre o primavera, mi percepción es diferente. 

Es la cala más alejada, dentro del casco urbano, tiene forma de "u" y un islote enfrente al que se puede llegar nadando sin ser una experta nadadora. En los extremos de la "u" hay rocas, más altas a la izquierda que a la derecha. En la izquierda, hay calas de cemento organizadas en dos terrazas alargadas. Ahí suelen ponerse los alemanes silenciosos (los que viven en la isla, que pasan bastante de todo).  Abajo en la arena, nos colocamos las familias, las parejitas, los españoles, y las amigas (de dos en dos) que vienen a la playa al salir de trabajar. 



En la parte de atrás, a la sombra, justo debajo de los pinos, a veces hay malabaristas. A la derecha, en el extremo opuesto, un chiringuito de los de madera y paja, con mesas para comer, sin música, y bajo él una terraza de rocas para los pescadores.  

Cala Comtessa es silenciosa como una biblioteca. Hablamos en susurros, bajamos el sonido de los móviles, parece que ninguno quisiera alterar el equilibrio del lugar.

El agua es transparente, verde esmeralda, azul turquesa, índigo, la arena más bien blanca, fina. No tiene corrientes, ni vientos demasiado fuertes, ni yates demasiado cerca, ni fantasmones en moto de agua. Es el puto paraíso de los que no queremos ser, sino simplemente estar.

La luz del mediodía me calienta y fortalece, y me voy quedando dormida mientras recargo las pilas de mi sol interior. Tiene que durar todo un invierno en Madrid, en Madrid nada menos, hasta que las hojas verdes despierten las terrazas y La Latina reciba otro año más su primavera.

(No tengo fotos de mi cala, así soy yo, sin remedio... pero he incluído estas otras que espero os consuelen. Besos a todos)


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