lunes, 14 de febrero de 2011

Señora, déjeme hacer el guión de la llamada.

Atrás quedaron los tiempos en que nos quejábamos del jefe y lo poníamos de cabrón. Especialmente después de una dura negociación en su despacho, buscando un aumento de sueldo, o tener libre la tarde del día 24 de diciembre, por ejemplo.
El Jefe, con su camisa de rayas y su corbata comprada en el Corte Inglés, con su bata de almacén o su uniforme de mecánico, contestaba siempre por sistema que no por sus cojones, o bien en actitud plañidera te convencía de lo afortunada que eras por cobrar tu nominilla de cien mil pesetas (600 euros) y no ser autónoma...

Jefes... quién pillara uno de esos hoy en día. 

Ahora tenemos mandos intermedios, igual de insignificantes, prescindibles y sustituíbles que cualquiera de nosotros. 
Cuando acaba tu contrato por obra o servicio, puedes encontrarte con ellos optando al mismo puesto que tu misma en cualquier ETT. 

Porque ya no existen las empresas, amiguitos, hoy en día nos hallamos en las fauces de "La Corporación".

La Corporación es un organismo gigantesco, sin ojos, sin oídos, que avanza impasible siguiendo las directrices de la reducción de costes... aplastando a cualquiera que se encuentre en su camino porque, ya lo he dicho, está ciega, sorda y carece de cerebro.


Entonces, sabiendo esto señora ¿quiere hacer el favor de dejar de contarme su vida? 

Que yo le haya dicho mi nombre al comenzar la llamada no quiere decir que yo tenga un nombre en La Corporación. 

No tengo despacho, ni mesa propia. Es más, en ésta Corporación en concreto ni boli tengo pa tomar notas... señora por el amor de dios, deje de darme la brasa que no soy yo quien la está llamando QUE TENEMOS UN MARCADOR ELECTRÓNICO QUE FUNCIONA AL AZAR.

No entiendo cómo no entiende que lo importante no soy yo, ni el producto, ni la venta si me apuras.
Imagínese lo poquito que a La Corporación le importe lo que usted me diga. 

Así que haga el favor de callarse y déjeme seguir a mi rollo con el guión de la llamada, marcado por algún gilipollas que nunca ha hecho telemárketing y está convencido de ser un lumbreras, que aquí no se trata de escucharse y responderse con lógica o sentido, aquí SE TRATA DE HACER EL GUIÓN DE LA LLAMADA, señora. 

¿Y cuál es el objetivo de seguir el guión? se pregunta usted señora.

Pues que usted acepte como algo natural una salvajada: contratar productos o servicios por teléfono. 
Porque si usted se acostumbra a dar su autorización a contratos que no ha leído ni ha tenido tiempo de estudiar, se acostumbrará a no leer lo que firma y a firmarlo sin haberse parado a pensar en qué cojones está diciendo, realmente, ese texto legal. 

Y por si ésto no fuera suficiente ventaja para La Corporación, si usted, señora, junto con otras señoras idiotas, contrata productos o servicios por teléfono con frecuencia, llegará un momento en que La Corporación no se vea obligada a mantener oficinas a pie de calle, con sus correspondientes trabajadores protegidos por sus convenios, porque podrá cerrarlas todas y externalizar el servicio alegando que todo el trabajo en realidad se realiza online o vía telefónica, y tener a 200 teleoperadoras por el precio de 40 de sus antiguos trabajadores. 

Y usted SEÑORA, que se cree tan lista mientras me llama a mi tonta, se encontrará con que primero, no encuentra trabajo de nada que no sea teleoperadora, 1.000 euros con las pagas prorrateadas y el plus de idiomas, cuando lo pagan, contrato de lunes a domingo, de 10 de la mañana a 10 de la noche, porque ya no quedan trabajos de nada que no sea teleoperadora en las condiciones mencionadas. 


Y segundo, cuando el servicio contratado demuestre ser lo que es - UNA MIERDA- no tiene a quién reclamar, porque llamar al 902 de los cojones le cuesta 36 euros el cuarto de hora, y la dirección física de la empresa es un apartado de correos en un polígono industrial de Groenlandia, y ahora mismo no se puede usted pagar el billete ¿a que no? porque se lo ha gastado todo llamando al 902.

Entonces, dicho esto, señora, lo que usted debe hacer es colgar la llamada, pedir que la saquen de la base de datos, negarse a utilizar el servicio de contratación telefónica, denunciar en consumo, encabezar una recogida de firmas a favor del derecho a vivir sin campañas comerciales y si, por algún motivo, se aburre y quiere la dichosa llamada SEÑORA NO ME CUENTE SU VIDA, SIGA EL GUIÓN Y DÉJEME SACARLA DE AQUÍ EN DOS MINUTOS CUARENTA SEGUNDOS... 

y por encima de todo, por lo que más quiera, SEÑORA, no contrate servicios o productos por teléfono. Si le falta emoción en su vida, apúntese a bailes de salón, pero no alimente más a La Puta Corporación. 






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