Así era España cuando yo la conocí.
GARANTÍA, MÁS CALIDAD.
Viéndolo desde aquí resulta cómico y tierno aquel afán por alcanzar a nuestros primos ricos los europeos. Por ser altos, rubios y delgados, como los americanos...
¿Sabíais que hasta hace bien poco no habíamos visto un Día? Comprábamos en mercado, al tendero situado metro y medio sobre suelo, cual icono medieval, que sólo les faltaba la aureola dorada, suspendido él tras un colorido y afilado mostrador cuasi vertical.
Los domingos íbamos a misa, jugábamos en la calle y comíamos en casa de los abuelos, que no tenían televisor. A falta de tele cantaban, un horror.
Por la tarde llegaban los primos: más juegos en la calle, una pelea, una brecha, llantos, un sopapo, una regañina, pan con nocilla casera... (ése era el castigo)... besos, abrazos y a casa.
Al llegar (15 minutos después, dos calles detrás), había que llamar de nuevo a los yayos por el único teléfono - verde, de góndola, anclado a la pared - para decirles que habíamos llegado sanos y salvos, y luego dejar entrar a la vecina viuda y mayor para que hiciera lo propio con sus hijos que también vivían en el barrio.
Así era España cuando yo me enamoré de ella.
Luego llegaron las multinacionales y las grandes superficies a decirnos que mola que te cagas pasarte un domingo comprando cuartos traseros de pollo clonado y copos de arroz transgénico inflado y azucarado.
Jamón Serrano con dextrosa de maíz.
Llegaron a decirnos que no se puede ser taxista, camionero, verdulero, actor, granjero... en sus países de ricos si. Aquí no
Que no se pueden fabricar Huesitos en Ateca.
La calle San Miguel de Zaragoza se ha contagiado del Walking Dead Virus que afecta al pequeño comercio español. Pero yo hoy he sido rebelde e infiel al sistema y en lugar de esperarme al domingo para coger dos autobuses hacia el Darty, camino de mi casa me he comprao una báscula en donde la Tere, porque la radio que le compré me ha salido muy buena y porque ole sus ovarios, que ahí sigue la tía: INVICTA.